domingo, 24 de octubre de 1999

Cuarto año (1999-2000).

Vanguardias y neoclasicismos: Debussy, Ravel, Satie, Stravinsky, Schönberg, Berg, Webern, Gershwin, Villalobos, Bartók, Milhaud, Britten, Hindemith, Weill y Prokofiev


Puesto que las tertulias comenzaron simplemente como el encuentro de unos amigos para escuchar y comentar determinadas músicas, no había ningún proyecto ni programa previos. Fueron el desarrollo de los tres primeros años, dedicados al período que abarca desde Bach a los albores del siglo XX, y el modo de tratar los diferentes temas los que nos hicieron (a todos, no es un plural mayestático) ser conscientes de la necesidad de poner un poco de orden y método en nuestro recorrido por la historia de la Música occidental. Llegados con Falla y su Concierto para clave a la década de 1920, ¿qué hacer?, ¿regresar hasta la Edad Media o proseguir por el siglo XX? No sé si fue decisión mía o de todos, pero se acordó continuar hacia adelante y recorrer la música de nuestro siglo, que ya empezaba a dejar de serlo.


Por tanto, la primera sesión (24.X.99) estuvo dedicada a dar una visión general de las primeras vanguardias (c. 1900 – c. 1914) en sus dos polos principales: París y el mundo germánico (Dresde, Munich, Viena); y del período de entreguerras (c. 1920 – c. 1950), con sus “retornos al orden” y sus “neoclasicismos”. Después de esta introducción, comenzamos naturalmente con el padre de todas las vanguardias, Claude Debussy (Prélude à l’aprés-midi d’un faune, La Mer y algunas piezas de sus  Étampes y sus Préludes).

La segunda sesión estuvo dedicada a Maurice Ravel y a Erik Satie; del primero sólo oímos – el adverbio lastimoso viene a cuento de que es otro de mis favoritos – la Pavane, los Oiseaux tristes, La Valse y fragmentos de L’enfant et les sortilèges. Del entrañable Satie escuchamos, por supuesto, sus Gymnopédies y sus Gnosiennes, pero también Jack in the box, Embryons déssechés (“obra incomprensible hasta para mí”, decía Satie), Peccadilles, Croquis et agaceries, Sonate buréocratique, etc.
La tercera sesión (18.XII.1999) la consagramos íntegramente, como no podía ser menos, a Igor Stravinsky: fragmentos del Pájaro de fuego, de Petrushka, de la Consagración (el monumental escándalo de su estreno el 29 de mayo de 1913 es ya un hito en la música del siglo XX), de Les Noces, de la Historia del soldado, el Rag-time para 11 instrumentos, trozos de Pulcinella, del Octeto, de la Sinfonía de los Salmos y de la Sinfonía en 3 movimientos.

El año 2000 comenzó con una sesión durísima – la cuarta (23.I.00) – dedicada a explicar los orígenes de la “nueva música”. Tras una larga introducción donde intenté explicar (¡ardua tarea!) lo que es el atonalismo y el dodecafonismo, escuchamos piezas atonales de Arnold Schönberg (6 pequeñas piezas para piano y fragmentos del Pierrot Lunaire), de Alban Berg (fragmentos de Wozzecz) y de Anton Webern (5 piezas para orquesta). A continuación oímos algunos ejemplos de música dodecafónica: Suite para piano y Variaciones para orquesta de Schönberg; Concierto para violín de Berg; y Variaciones para piano de Webern. Concluimos la sesión aludiendo al radical “serialismo” de Webern, que dio paso al llamado “serialismo integral” (Pierre Boulez y cia.) y al caos de parte de la música occidental hasta la década de 1970 (opinión muy personal y, por tanto, discutible).

Como necesario contraste con la sesión anterior, dedicamos la quinta (5.III.00) al mundo americano. Por EEUU, George Gershwin: Rhapsodie in blue, Un americano en Paris y diversas canciones (Swanee, Fascinating Rythm, Summertime, etc.). Y por Latinoamérica, Heitor Villa-lobos: fragmentos de las Bachianas brasileñas nº 2, nº 5 y nº 9.

En la sexta sesión (2.IV.00) volvimos a Europa para ocuparnos del llamado “cuarto evangelista” de la música del siglo XX, junto a Debussy, Stravinsky y Schönberg: Béla Bartók. De este autor, escuchamos: Suites de danzas para orquesta, Cuarteto nº 4, fragmentos del 2º Concierto para piano y del Microcosmos; la Música para cuerda, percusión y celesta; y el allegretto del Tercer concierto para piano.

Acabamos el año  (séptima sesión, 14.V.00) con un recorrido por los “neoclasicismos” del siglo XX en Francia, Inglaterra, Alemania y la URSS. Buen representante del neoclasicismo francés fue Darius Milhaud, gran parte de cuya obra rezuma “saudade” debido al tiempo que vivió en Brasil: es un buen ejemplo su Boeuf sur le toit. De Inglatera, trajimos a colación a Benjamin Britten y su Sinfonía Simple. De Alemania, a Paul Hindemith, de quien escuchamos sus Metamorfosis sinfónicas sobre un tema de Weber; y a Kurt Weill: oímos fragmentos de su Ópera de cuatro cuartos en versiones sacadas de viejos vinilos de los años 1928-1931, escapados de la hecatombe. Por fin, de la URSS, elegimos a Serguei Prokofiev, de quien escuchamos fragmentos de su Alexander Nevsky; fueron seguidos de una audición de los mismos trozos en la película de Eisenstein: ¡un lujazo!